Medellín y sus narcotraficantes

Un atentado con dinamita contra un autobús de la Policía metropolitana de Medellín, causó el jueves la muerte de cinco policías e hirió de diversa gravedad a otros cuarenta. Poco después de ese atentado, un artefacto hizo explosión en una sucursal telefónica situada en el barrio Olaya, al sur de Bogotá. La sucursal quedó prácticamente destruída, informa Reuter. Aunque nadie ha reivindicado los atentados, se sospecha que éstos son obra de los narcotraficantes del «cartel de Medellín», en respuesta a la negativa del presidente Barco de aceptar la oferta de diálogo que días atrás le habían formulado los mafiosos. Los autores del atentado de Medellín fueron unos individuos que viajaban en un automóvil de color blanco, y que lanzaron «varios petardos» contra el autobús policial, según una fuente de la Policía.

Posteriormente, la Policía pudo establecer que la bomba que destruyó prácticamente al autobús estaba compuesta por 20 kilos de dinamita. El artefacto fue accionado por control remoto en el momento en que el vehículo pasó por encima. La onda expansiva de la bomba, colocada en una calle del noroeste de Medellín, causó algunos daños en los edificios cercanos al lugar del atentado. Medellín (250 kilometros al noroeste de Bogotá), la segunda ciudad más importante de Colombia, con dos millones de habitantes, viene sufriendo desde el 18 de agosto una serie de atentados de los que se han responsabilizado las mafias del narcotráfico. El 18 de agosto, cuando fue asesinado en Bogotá el senador liberal y precandidato a la presidencia de la República Luis Carlos Galán, el presidente de Colombia, Virgilio Barco, le declaró la guerra abierta al narcotráfico.

Por la mañana, dos policías resultaron muertos por los disparon efectuados por unos desconocidos. La Policía no ha podido determinar si es obra de los traficantes de droga. Una delegación de 14 periodistas colombianos, en visita a EEUU, ha solicitado al presidente norteamericano apoyo en su lucha informativa contra el narcotráfico. Los directores de cuatro de los más importantes diarios colombianos, El País, El tiempo La vanguardia liberal y El Espectador expresaron a Bush su preocupación por el fácil acceso de los grandes narcotraficantes a los bancos norteamericanos para «blanquerar» su dinero. Los periodistas también denunciaron el fácil acceso de los narcotraficantes al uso de las armas y de sustancias químicas para procesar cocaína fabricadas en Estados Unidos. La prensa colombiana es una de las principales víctimas de los narcotraficantes.

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