Así conseguí que mi boda fuera gratis

Soy una rastreadora de sorteos de boda. Como os lo cuento. Mi nombre es Sonia deNoa. O así me llamo en internet. El DNI dice que me bautizaron como Sonia Justo Jiménez, y que tengo treintaymuchos. El carné del INEM, que llevo sin trabajo tres años. Una más de la enorme familia de parados de este gran país que se va a la mierda… Pues eso, soy Sonia. Y tengo una historia que compartir con vosotros. Es una historia fruto de la crisis, una de tantas. Pero mirad, la mía es única: la de mi boda gratis.

Podría empezar contando que quiero casarme desde que nací. Pero esa ya no es mi historia. Soy una rastreadora de sorteos de boda. Un caso único. Un caso.


He perdido la cuenta del número exacto de sorteos en los que he participado pero fácilmente superan la centena. Y no me ha ido mal. Hasta el momento he ganado: la luna de miel, el vestido de novia, las invitaciones de boda, mi tocado, mis zapatos de novia, una sesión de fotos preboda, una liga, un tocado de damita de honor para mi niña, una percha personalizada (las que no os caséis estaréis pensando que vaya chorrada pero no veáis lo que nos mola a las novias hacer una foto de nuestro vestido colgando de una percha en la que ponga «Javier & Sonia, amor forever»). Simplemente con hacer un clic en el ordenador. Y lo que queda por llegar.

Porque sí, sigo participando en sorteos de novia. El fin de semana pasado, el 20 de mayo concretamente, gané uno que me pirra: unos pajaritos de boda de arcilla modelada de la artesana Vero Castillo, perfectos para mi boda temática. Hoy mismo, cuando escribo «mi historia» para Crónica (21 de mayo), he recibido un premio que me viene genial para no ir cargada de fotos a las reuniones con mi Wedding planner: una tableta. Y, por supuesto, en otro sorteo.

Pese a llevar tres años en el paro, pese a tener treintaymuchos años (39, que no engaño a nadie), pese a llevar 13 años viviendo con mi novio y tener ya de todo: piso comprado a medias con el Deutsche Bank, casa amueblada, coche pagado (aunque qué malo nos ha salido el jodío Seat León, dos averías de 2.500 pavos ha tenido ya) y toda la vajilla gastada de tanto usarla. Pues a pesar de todo estoy preparando mi boda con las mismas ganas e ilusión con la que preparó la suya la hija del dueño de Zara, por ejemplo. Aunque con menos pasta. Y por eso soy más lista, porque yo no me puedo dedicar a dar saltos encima de un pony y luego poner el cazo para que mi progenitor me permita pegarnos la vida padre a mi maridito y a mí y nos subvencione una boda de película (aunque cualquiera lo hubiera dicho con ese ramo chuchurrío que llevó la novia; iba guapa, eso sí). A mí me toca currar y si no hay curro, pues habrá que agudizar el ingenio.

Me caso con mi novio Javier el 27 de octubre de 2016 en Madrid y va a ser una boda temática acojonantemente bonita... y barata. Tan, tan barata que, como os digo, me sale gratis. No creáis que ha sido fácil, me ha costado (y me sigue constando) pasarme horas delante del ordenador, rastrear como una bestia parda webs, blogs, facebooks... Me falta rastrearos el bolsillo. No hablo de robar. Hablo de que igual tenéis un ticket del supermercado en el bolsillo y no os habéis dado cuenta de que junto al precio de la compra os pone que con el último número de la ONCE sortean un viaje a Benidorm. Pues ese viaje me viene cojonudo. Para mi luna de miel.

Aunque ahora que lo pienso, ya lo hemos ganado. Bueno, fue mi novio Javier, el 23 de marzo de 2012, un crucero flipante por el Mediterráneo. Lo sorteó Iberocruceros en su Facebook y voy a poneros los dientes largos: vamos a visitar Marsella, Nápoles, Roma, Florencia y Mónaco (como me cruce con Carolina de Mónaco me da un parraque, soy superfan suya). Finalmente, ha sido el crucero el que nos ha terminado poniendo la fecha del enlace. Habíamos elegido el 10 del 11 del 12 porque era una fecha curiosa. Como el crucero parte el 28 de octubre, pues nos casamos un día antes y listo.

¡Vaya potra!, pensaréis. La verdad es que sí. El día que nos anunciaron que estábamos invitados a nuestras «Vacaciones en el Mar», fue casi tan emocionante como cuando dos semanas antes, el 8 de marzo de 2016, mi amiga Cristina Anguita me llamó nerviosísima para decirme: «¡¡¡Ya tienes tus invitaciones de boda gratis!!!» (lié a mi familia y amigos para que participaran junto con mi novio y conmigo en un sorteo de invitaciones de boda por internet, y le tocaron a Cris).

No se trata de unas invitaciones cutre-salchicheras. Son de diseño, las ha creado el equipo de Dosdel78 y constan de una caja negra que contiene un bote de confeti rojo y plata cortado a mano para nosotros.

Crucero, invitaciones-confeti… Aún hay más. Mi as en la manga. Aquel día vi en el Facebook de TodoBoda que habían vuelto a sortear el vestido de novia en #bodasincrisis, porque la primera ganadora había renunciado al premio, y me dio un vuelco el corazón. Me temblaban hasta las chanclas cuando leí el nombre de la nueva ganadora (Sonia Justo Jiménez, justamente). Sí, hijas mías: ¡me tocó a mí!

Pues de eso va mi historia: soy una novia sin un p… duro, una novia en tiempo de crisis cuyo objetivo es conseguir tener su boda gratis. (En 2010 se celebraron 167.247 enlaces en España).

Me lo encontré por casualidad. Ni sabía que existían. Simplemente empecé a seguir webs y blogs, a brujulear aquí y allá a la caza de ideas para hacer una boda low cost y original (13.190 E cuesta de media una boda hoy, un 8,3% menos que en 2011). Lo primero que pensé os lo podéis imaginar: «Esto está amañao, me juego lo que sea». Pero como sólo me costaba darle a un «Me gusta» de un Facebook y esperar al sorteo, pues lo hice. No gané. Seguí con mi vida.

A los dos días me encuentro con otro sorteo. Lo eché. Tampoco gané. Al día siguiente: ¡otia, qué sorpresa, otro sorteo! Lo eché. Y gané. 7 de diciembre de 2011. Como en el cuento de Cenicienta, todo empezó por los pies. Sí, fueron unos zapatos de novia Lodi. Buenísimos. Cuestan 120 pavos. Os aseguro que si no me llegan a tocar yo no me gasto ese pastizal. Es la compra de dos semanas en el Mercadona y no me lo puedo permitir.

Ganar los zapatos me dio un subidón, aunque supusiera empezar a vestirme por los pies… Yo, que hasta entonces tenía planificada una boda muy modesta (50 invitados -la media está en 100-, un vestido de bodas outlet de 300 E…), ya me daba más que por satisfecha. Pasaron las navidades, con todos sus gastos asociados, y llegaron la cuesta de enero y de febrero. No teníamos pasta para ir adelantando nada de la boda, así que me refugié en internet. Seguí leyendo foros, webs, blogs, facebooks y twitters bodiles para ir pillando ideas. Y cuando veía algún sorteo lo echaba.

El 6 de febrero de 2012 volvió a ocurrir. Llegó mi segundo premio: una sesión de fotos preboda. Fue un sorteo que realizaron las decoradoras de Colores de Boda en colaboración con Santiago Bargueño Fotógrafo. Ahí ya me piqué. Me profesionalicé: me hice fan de páginas de Facebook como I love concursos y Concursos y regalos. Me instalé en mi Facebook las aplicaciones Easypromos, Easypromos Premium, Sorteamus, Totombola y Cool Promo. Abría Google y buscaba términos como «sorteo de bodas», «concurso novios», «premio vestido de novia». Todos los días, absolutamente todos, encontraba algún sorteo para echar. El resto ya lo sabéis, en marzo salieron los premios gordos, la luna de miel, el vestido y las invitaciones, y el rumbo de nuestra boda cambió.

El 30 de abril de 2012 gané el sorteo de un kit de cumpleaños infantil en el Facebook de Hazlo especial. Es un kit genial que me va a permitir hacerle a mi enana una fiesta Alicia en el País de las Maravillas superbonita. Ese día me puse a hablar por el Facebook con Romina, la chica de Hazlo especial, y se metió en la conversación Wedding Factory Madrid, una empresa de Wedding planners. Terminé contándole la idea de mi boda temática a la mismísima directora. Le conté lo importante que era para mí que la papelería, los regalos para los invitados, mi bastidor porta-alianzas, el diseño de mi tarta decorada, tuvieran el mismo hilo conductor, que son esos pajaritos de los que ya os he hablado. Somos mi novio, mi hija y yo.

Aunque me encantó hablar con Soli y descubrir que era un alma gemela le dejé cristalino que no tenemos un chelín. No quería que se confundiera pensando que tener una boda temática era sinónimo de una tía con un wevo de pasta. Y se ofreció a trabajar gratis para mí el día de mi boda.

Mis amigas de internet son un grupo que se llama Mamis de septiembre 2010. Nos conocimos en un foro público cuando estábamos todas embarazadas. Compartimos la histeria del embarazo y los detalles más sangrientos de nuestros partos. Creamos un grupo de Facebook y nos pusimos cara. Un día les dije que estaba quemada, que veía cosas superbonitas para la boda y que no tenía un p… duro para comprármelas. Me preguntaron qué cosas eran esas. Y les puse fotos: un bastidor porta alianzas bordado a mano y una guirnalda de tela («Eso te lo hago yo», me dijo mi amiga Cristina Anguita, a la que le tocaron las invitaciones de boda).

Otro día se me ocurrió que los regalitos podrían ser mis pajaritos, los que van en la papelería hechos en tela (tipo muñeco de árbol de Navidad, por ejemplo). Se lo pedí directamente a Cris:. «Sin problemas Sonia, te los hago». Eres mi ídola, Cris.

Sólo quiero haceros ver otra clave para tener vuestra boda gratis: hablad con otros parados. Mirad a vuestro alrededor, pensad quién tiene talento para hacer cosas a mano: vuestra abuela, vuestra tía, una prima, la vecina...

Un día llegó un paquete a mi casa. Era una liga, me la regalaba otra de mis amigas de internet, Encarni Fernández, que había hecho un sorteo directo en su blog y nos había regalado una liga a Trini (otra friki amiga que también se casa) y a mí. Detallazo. Y un ahorro más. Muchas gracias Encarni, hija. Otro día, otra sorpresa. Mi amiga Marta: «Sonia, que yo hago galletas decoradas y te las regalo para tus invitados». El velo de novia, cortesía de La Tienda de Mónica, de Arganda del rey. La buchaca de la boda no para de engordar.

Ya desde febrero, cuando me di cuenta de lo chungo que era encontrar algunos sorteos, empecé a darle vueltas a una idea. Me había convertido en una experta en buscar sorteos bodiles, me conocía todas las webs, blogs y facebooks relacionados con este mundo, pero era todo un trabajo. Aunque el esfuerzo merecía la pena (doy fe del ahorro), echaba de menos un wedding contest search, un «buscador de sorteos de boda». Y también me apetecía compartir mi historia, mi hazaña.

Así que a primeros de mayo me creé un blog, con su cuenta de Facebook y Twitter, asociada y lo llamé «Mi boda gratis, diario de una novia afortunada». Empezó a rular el 5 de mayo de 2016. Ese día publiqué mi primer post, Una novia afortunada. A diario publico un sorteo relacionado con las bodas. Mi blog ha recibido más de 3.000 visitas. Algunos son superinteresantes, como aquel en el que se regalaban 200 botellas de vino para el banquete. Y ahora mismo hay activos sorteos de abanicos de novia, fuentes de chocolate, decoración y reportaje fotográfico, y hasta un vestido de ¡Pronovias!

Y si tenéis una idea original, algo realmente único, id más lejos. Yo no he creado el iPad, pero mi plan gratis-total se me ocurrió a mí y descubrí que, ni aquí ni en ningún lugar del mundo había nada similar. Existen buscadores de sorteos de boda fuera de España, pero no choniblogueras que hayan ganado tantos sorteos de boda, que vayan a tener su boda gratis. Sí, soy la primera. ¿Tendré algún reconocimiento? Supongo que me recibirá el rey; digo yo que esto se merece una audiencia, aunque no sé, su majestad me ha decepcionado. Yo aquí intentando sobrevivir a la crisis, y él pegándose unos viajes a todo trapo para ir a tumbar dumbos. Le creí cuando pidió perdón.

¿Cómo es posible, os preguntaréis, que una friki de los sorteos de boda consiga escribir su historia? Veréis. La pasada semana por fin mis amigas de internet de Madrid y yo pudimos hacer el curso de magdalenas decoradas (cupcakes, pijas dixit) que habíamos reservado por Groupon. Se daba en La Tienda Americana, un templo dedicado a estos temas y la instructora se llamaba Loleta Linares, una señora superelegante, un poco pija, pero un crac dando el curso.

Le pregunté a Loleta por el precio de las tartas decoradas de boda. Me dio uno cojonudo. Me pareció raro. No me encajó. Le insistí si estaba segura y al verme tan pesada me preguntó por la dificultad de mi tarta. Le hablé de mi boda temática y de mis pajaritos. Me preguntó si tenía una foto, no fuera a ser que los pajaritos fuesen la clave de que las otras pastelerías me cobraran tanto. No tenía ninguna foto pero sí un blog y que su imagen eran mis pajaritos de boda. Nos pusimos a buscar en su iPhone y se los enseñé.

A Loleta le llamó la atención el nombre de mi blog y me preguntó por él. Le conté toda mi historia y me agarró de los hombros, me miró a los ojos y me dijo: «Sonia, tienes una historia única». Loleta no sólo me tocó, también me contó una historia genial. Me dijo que en EEUU las historias de moda eran como la mía, de gente normal que se busca la vida en momentos de crisis. Como la de un tío que se había tirado un año comiendo gratis gracias a cupones que iba acumulando. Luego hay gente que se pasa mucho.

Loleta, amiga, nuestra charla del viernes durante el curso de cupcakes fue mi fuente de inspiración. Tus tartas (y tus precios) me encantan. Me faltó hacerte firmar con sangre el precio que me diste porque ni de coña podía pensar yo que podría tener una tarta decorada en mi boda de la tía que presta tartas para las producciones de moda de Telva Novias. Sé que el precio que me diste es bueno, pero Loleta, entre amigas, ¿no me la podrías dejar gratis? Anda, mujer.

Y ya puestos a concluir mi obra (culminar mi boda 100% gratis), aprovecho para dirigirme a Rosa Tous. No nos conocemos en persona, Rosa, aunque, como buena choni, tengo mi joyero repleto de pendientes Tous, anillos Tous, broches Tous... El día que hagáis papel higiénico también lo compro. Así que para mi boda me gustaría tener un anillo de compromiso de Tous, uno como Dios manda: de oro y brillantes (el que tengo fichado cuesta 535 E, Rosa, seguro que la factura de luz te sale más cara) y unas alianzas (las sencillas de toda la vida), si no es mucho pedir.

Aún hay otra cosa que ningún sorteo me ha dado: un Rolls Royce. Tendría que ir en el de mi hermana Marimar y, buff, el Scénic lo veo muy alto para entrar y salir con el vestido de novia. A mí me hace falta un Rolls… Y como esta es mi historia, la de la única mujer en el mundo que consiguió una boda gratis total con sorteos variopintos, tiento desde aquí mi suerte. Hago un llamamiento conjunto a: restaurantes para banquetes, floristas, maquilladoras, fotógrafos, diseñadores de trajes y zapatos, magos, cortadores de jamón... ¡Os necesito! En la última entrevista que hice la responsable de recursos humanos me dijo «en confianza» que no volviera a mencionar que tengo una hija, que no mienta pero que lo oculte, que rodee la pregunta cuando me la hagan.

Os digo sin rodeos que tengo una niña de 22 meses, que se pone enferma como todos los niños, y que yo, como todas las madres, quiero que mi hija me reconozca cuando me tenga delante, así que busco un trabajo pero no la esclavitud.
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